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Totalmente pura y natural, la miel ecológica conserva intactos sus nutrientes y beneficios terapéuticos porque, a diferencia de la industrial, no está pasteurizada. La pasteurización evita que cristalice, pero destruye la mayoría de sus enzimas y antioxidantes.
La miel ecológica es rica en vitaminas y minerales esenciales y se obtiene según los protocolos de la apicultura ecológica. Sus colmenas están hechas de materiales tradicionales (corcho, paja, barro) y no se admite que sean de plástico poliuretano o fibra de vidrio. Durante la recolección, extracción y almacenado sólo se usan materiales de calidad alimenticia y están prohibidos los accesorios de plástico no alimentario y los galvanizados.
Tras la recolección, la miel se extrae del panal a una temperatura lo más baja posible (sin superar los 40ºC en ningún momento) para conseguir que conserve su poder antiséptico. A diferencia de la industrial, la ecológica no se pasteuriza, un proceso que evita la cristalización, pero destruye la mayoría de enzimas, antioxidantes y propiedades beneficiosas, como su acción antibiótica.
Sus propiedades terapéuticas se conocen desde hace siglos y está considerada un verdadero antibiótico natural y un potente agente antiséptico. Además, regula los niveles de azúcar en sangre (gracias a su equilibrio entre fructosa y glucosa), combate el estrés, ayuda a conciliar el sueño, evita el estreñimiento, regula el ciclo menstrual, calma la tos y el dolor de garganta, favorece las digestiones difíciles…
Si se analiza la miel ecológica según los valores legislados (tabla 1) queda demostrado que se trata de un producto puro y de gran calidad. Por una parte, el elevado valor de la actividad enzimática indica que es fresca y, como la humedad es inferior al máximo autorizado, su densidad es la justa. El hecho de que la concentración de hidroximetilfurfural sea casi inapreciable deja claro que no está adulterada; la explicación es que las altas temperaturas a las que se somete la miel industrial causan la descomposición de la fructosa (uno de sus azúcares mayoritarios) en hidroximetilfurfural. De ahí que la fructosa sea el principal azúcar que contiene la ecológica.
Las colmenas ecológicas son un modelo de sostenibilidad porque respetan el entorno y facilitan la polinización, un proceso natural que contribuye al mantenimiento de la biodiversidad, ya que permite la fecundación de las flores y que estas puedan dar frutos y semillas.
Greenpeace alerta sobre los factores que amenazan a los insectos polinizadores; por ejemplo, la pérdida de hábitats, los monocultivos de la agricultura intensiva, los animales invasores y, principalmente, el uso de plaguicidas, que juegan un papel importantísimo en el descenso de las poblaciones de abejas.
Fuente: M. D. Raigón – Dto. Química de la Escuela Técnica Superior del Medio Rural y Enología. Universidad Politécnica de Valencia.
Selección de estudios sobre la comparativa de los alimentos ecológicos frente a los no ecológicos.