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¿Sabías que la salud de tu piel refleja el estado general del cuerpo? Por ello, mantener una piel saludable va más allá de la estética, y puedes lograrlo siguiendo una alimentación equilibrada, haciendo ejercicio regularmente y descansando bien. Es un proceso gradual, pero el resultado vale la pena.
Nuestra piel nace saludable y flexible, pero con el tiempo, enfrenta desafíos que la perjudican. La dieta desempeña un papel crucial en la salud cutánea y la conexión entre la microbiota intestinal y la piel es clave para abordar enfermedades dermatológicas, como el acné, la psoriasis y la dermatitis atópica.
Capaces de neutralizar la acción oxidante de los radicales libres, los antioxidantes resultan imprescindibles para mantener una buena salud cutánea. Se encuentran en abundancia en frutas y verduras, siendo recomendable consumirlas de colores variados, como naranjas, rojos, morados y verdes. Las vitaminas A, E, B y C –presentes en zanahorias, batatas, calabaza, frutas cítricas, pimientos rojos, fresas, tomates, brócoli, nueces y aceite de oliva extra virgen– también poseen propiedades antioxidantes, además de antinflamatorias. Y recuerda que el té verde y el té rooibos atesoran altas cantidades de polifenoles, unos antioxidantes que reducen la inflamación y mejoran el estado de la piel.
Los ácidos grasos omega-3, que aportan los pescados grasos, las nueces, las semillas, los mariscos y la carne de pasto, mantienen la piel hidratada y flexible; mientras que el zinc regula la producción de sebo y tiene propiedades antimicrobianas. Ostras, cangrejo, langosta, semillas de calabaza, lentejas, carne de res, quinoa y pollo son alimentos ricos en zinc.
Los prebióticos promueven la diversidad de la microbiota intestinal, lo cual causa un impacto positivo en la salud de la piel; de ahí la conveniencia de incluir en la dieta opciones como chucrut, kéfir, cebolla y plátano, manzana y espárragos.
Evita los productos con alta carga glucémica (procesados, refrescos), porque aumentan los niveles de azúcar en sangre, así como los ultraprocesados (comida rápida, bollería, helados…), que contienen carbohidratos refinados y aceites vegetales procesados que pueden empeorar los problemas cutáneos.
Texto escrito por el equipo de Regenera.
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