En los últimos años, la chía ha cobrado mucha importancia en nuestras comidas y recetas, ya que aporta grandes beneficios a la salud.Se la ha denominado como “superalimento”, debido a su rico contenido en nutrientes como el omega-3, el calcio, el hierro o las vitaminas del grupo B.
Estas pequeñas semillas tienen altísimos valores nutricionales y propiedades beneficiosas para nuestro organismo. A la chía se le atribuyen:
5 veces el calcio de la leche
2 veces la cantidad de potasio de los plátanos
Además, también se la considera la fuente vegetal con mayor concentración de omega-3. Este tipo de ácidos grasos tienen potentes propiedades antiinflamatorias, capaces de inhibir la interleucina 1 (IL-1), una citocina proinflamatoria, ayudando a reducir el riesgo de enfermedades. Además, gracias a la fibra y los omega-3, contribuye a disminuir el LDL, denominado por muchos el “colesterol malo”, y los triglicéridos, mejorando la salud arterial y previniendo problemas cardiovasculares.
¿Sabías que las semillas de chía hidratadas también favorecen el tránsito intestinal?
Otra ventaja destacada de la chía es su capacidad para regular el tránsito intestinal. Su elevado contenido en mucílagos, un tipo de fibra soluble, hidrata las heces y facilita la evacuación, siendo ideal para combatir el estreñimiento. Además, actúa como prebiótico, alimentando las bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal.
¿Cómo consumirlas?
Para aprovechar este beneficio, una técnica que puedes utilizar es dejarlas en remojo durante un mínimo de 30 minutos. Este proceso desprenderá el mucílago formando una sustancia gelatinosa alrededor de la semilla.
Otra forma de consumir las semillas es molidas. La mayoría de los beneficios de la chía los encontramos en el interior de ella. Si la comemos directamente entera, no aprovecharemos ninguno de esos beneficios, ya que son tan pequeñas que no las masticamos: es por eso por lo que lo mejor será molerlas.
Añade dos cucharadas de chía a la bebida vegetal o leche. Remueve bien, tápalo y deja que repose durante la noche en la nevera.
La mañana siguiente verás que la textura ha cambiado, será más gelatinosa. Es el momento de añadir un poco de yogur y la fruta que quieras, yo he elegido arándanos.
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