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Un informe basado en infinidad de estudios científicos concluye que la agricultura ecológica aumenta la biodiversidad, tanto en la abundancia como en la riqueza de especies.
En concreto, el informe se centra en el efecto del consumo ecológico en la biodiversidad en territorios de la Unión Europea que tienen diferentes usos ecológicos, como los agrícolas, los hortícolas y los pastos. Para ello, tuvieron en cuenta la riqueza de los seres vivos presentes en los suelos, la diversidad de hábitats y de paisajes o el número de especies vegetales y de aves.
Las investigaciones revisadas señalan que, de media, la agricultura ecológica puede aumentar la riqueza de especies cerca de un 30%, situando estas prácticas como “un método confiable para aumentar la biodiversidad en las tierras de cultivo que puede ayudar a revertir la disminución de especies que antes eran comunes”. En este sentido, se observa que la variedad de especies de plantas aumenta entre un 20 y un 95% y, en concreto, el número de plantas silvestres en un 95%.
No obstante, según los estudios analizados, los resultados podrían ser aún más favorables, ya que una de las revisiones muestra que en los campos ecológicos puede haber entre un 68 y un 105% más de especies de plantas y estas puede ser entre un 74% y un 153% más abundantes.
Los insectos en los que se encuentran unos datos más positivos son los polinizadores, ya que se observa, de media, un aumento del 23% en los cultivos ecológicos. En concreto, se contempla que el incremento de las abejas es, de media, de un 30%, y el de las mariposas, de un 18%. En cuanto a la abundancia, la media fue de un 26% más para el conjunto de los insectos evaluados, un 27% más en el caso de las abejas y un 59% más para las mariposas.
La causa de la mayor presencia de este tipo de insectos es probablemente la mayor disponibilidad de plantas con flores en los entornos de agricultura ecológica y la ausencia del uso de insecticidas.
Los estudios analizados muestran que, de media, en los cultivos ecológicos existe un 35% más de aves y que su abundancia es un 24% superior. En este sentido, la mayor diversidad de plantas que caracteriza los cultivos ecológicos es un factor positivo. En particular, en el caso de especies como las alondras se ha visto que en un entorno ecológico se ven beneficiadas por una flora silvestre más rica, además de haber una vegetación que les sirve tanto para la alimentación como para establecer nidos.
Las prácticas ecológicas no permiten el uso de fertilizantes ni pesticidas de síntesis química, que afectan muy severamente la biodiversidad. Además, emplean abonos naturales, que favorecen el equilibrio y la salud del suelo y, como consecuencia, la diversidad de microorganismos. Por otro lado, también contribuyen a una mayor calidad del agua al evitar el uso de químicos que puedan contaminarla. Finalmente, el menor tamaño de los campos ayuda a originar un paisaje más diverso, en mosaico, que favorece la biodiversidad, además de conservar franjas de vegetación espontánea en los cultivos que pueden propiciar un control biológico, completamente natural, de las posibles plagas, ya que estas franjas sirven de refugio para especies que las pueden mantener a raya.
Por todos estos motivos, el consumo ecológico es una alternativa para la conservación de la diversidad biológica.
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