El pan es un básico en la vida de muchísimas personas; acompaña platos, con él se hacen bocadillos a diario, y probablemente es un alimento imprescindible en todas las casas. Ahora bien, también puede ser una de las recetas más temidas, ya que para que salga un buen pan hay que hacerlo bien.
Mezcla todos los ingredientes del prefermento y deja tapado a temperatura ambiente hasta que empiecen a salir burbujas pequeñitas (puede tardar entre 3 y 5 horas, dependiendo de la temperatura; así que puedes hacer el mismo proceso la noche antes y dejarlo subir en la nevera durante toda la noche).
Cuando el prefermento ya esté activo, añade el resto de los ingredientes y mezcla hasta integrarlo todo.
Tapa la masa y déjala reposar 20 minutos.
Pasados los 20 minutos, humedécete las manos con agua y dobla la masa como si fuera un sobre, dentro del mismo recipiente. Vuelve a taparla y déjala reposar 20 minutos.
Repite el doblado cada 20 minutos tres veces.
Ahora deja fermentar a temperatura ambiente hasta que doble el volumen.
Vierte la masa sobre una superficie limpia y haz una bola con tensión en la superficie. Esto lo conseguirás doblando las puntas de la masa hacia el centro y sellando este centro con los dedos para que no se escape la masa y haya tensión en la capa más externa.
Ahora deja fermentar esta masa encima de la bandeja de horno, hasta que doble el volumen de nuevo (o en la nevera toda la noche).
Precalienta el horno a 250 °C.
Una vez caliente, espolvorea la masa con harina y haz un corte a lo largo de la masa. Mete la masa en el horno con un pequeño recipiente lleno de agua caliente al lado y cuécela a 200 °C durante 30 minutos. Sube el horno a 250 °C y cuece la masa 10 minutos o hasta que veas que la corteza se ha dorado lo suficiente.
Deja enfriar el pan encima de una rejilla antes de disfrutarlo.
