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Cuando el intestino se vuelve anormalmente poroso, toxinas, bacterias y sustancias no digeridas penetran en el torrente sanguíneo, lo que puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo. Se trata del llamado síndrome del intestino permeable y puede prevenirse con una alimentación equilibrada y un estilo de vida saludable.
El intestino desempeña un papel esencial en la digestión y absorción de nutrientes, así como en la protección del organismo contra sustancias dañinas. Está compuesto por el intestino delgado y el intestino grueso: el primero descompone los alimentos con enzimas digestivas, permitiendo que los nutrientes pasen al torrente sanguíneo a través de pequeños poros en su pared; mientras que el segundo absorbe agua y sales minerales, forma y elimina las heces, y alberga una comunidad de bacterias beneficiosas llamada microbiota intestinal, que es crucial para la digestión y la protección inmunológica.
La pared intestinal actúa como una barrera selectiva, permitiendo el paso de sustancias beneficiosas y bloqueando las perjudiciales, lo que se consigue gracias a uniones estrechas entre las células de la pared intestinal, las cuales regulan su permeabilidad. Cuando la mucosa intestinal se torna más permeable de lo normal, aparece el síndrome del intestino permeable, desencadenando una respuesta inflamatoria y provocando diversos problemas de salud.
Mala alimentación, falta de sueño, exposición a toxinas, consumo excesivo de medicamentos perjudiciales para el sistema digestivo, infecciones intestinales, enfermedades inflamatorias/autoinmunes y desequilibrios en la microbiota son los principales motivos que contribuyen al desarrollo de la permeabilidad intestinal. Estos desencadenantes pueden causar problemas de salud como alergias, enfermedades autoinmunes, trastornos digestivos o fatiga crónica, entre otros.
Los indicadores más comunes incluyen hinchazón, gases, diarrea, estreñimiento, dolor abdominal, fatiga, dolores de cabeza, problemas inflamatorios de la piel, dolores articulares y/o musculares, alergias o intolerancias alimentarias y deficiencias nutricionales. La prevención es clave y se logra manteniendo una buena salud digestiva y general. Esto implica seguir una dieta equilibrada, rica en fibra y baja en alimentos procesados y azúcares refinados, además de manejar el estrés y hacer ejercicio regularmente.
Texto escrito por el equipo de Regenera.
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