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Uno de los principales motivos para elegir patatas ecológicas en lugar de no ecológicas es su innegable superioridad nutricional, principalmente en potasio, un mineral esencial para el buen funcionamiento del cuerpo.
Sabrosa y versátil gastronómicamente hablando, la patata es también muy nutritiva, gracias a su contenido en:
El organismo necesita de potasio para muchos de sus procesos, ya que está implicado en:
Las patatas ecológicas acumulan 636.32 mg de potasio por cada 100 g, y las no ecológicas, 451.17 mg, lo que implica un aporte un 41 % superior. Al analizar estas cifras, y considerando que la ingesta diaria admisible de potasio para una persona adulta es de 4700 mg, vemos que si la patata fuera la única fuente de potasio en la dieta diaria habría que consumir 300 g más de patata no ecológica para lograr la ingesta de la dosis necesaria del citado mineral (figura 1).
El almidón es un carbohidrato complejo presente en las patatas y cuando es ecológica su proporción es de un 18.45 %, mientras que el porcentaje que contienen las no ecológicas es del 11.33 %. Es decir, que las primeras sintetizan un 38.59% más (figura 2).
Cuando la patata se cocina al vapor conserva muy bien los micronutrientes y si, una vez cocida, se deja enfriar unas horas la estructura del almidón se modifica y se forma el llamado almidón resistente, un alimento prebiótico que sirve de alimento a la microbiota intestinal beneficiosa.
Es sabido que en los vegetales los nutrientes se aglomeran en la materia seca, motivo por el cual es preferible que sus niveles sean altos. En la patata no ecológica su fracción es del 17.32 % frente al 24.71% de la ecológica, lo que significa que esta última es más nutritiva, pero también que contiene menos agua. En concreto, un 75.29 %, la ecológica, y un 82.68 %, la no ecológica; diferencias que obedecen a la mayor fertilización nitrogenada en el cultivo no ecológico (figura 3).
Ese menor contenido en humedad es una gran ventaja a la hora de freír; al haber menos agua que eliminar, se necesita menos tiempo y energía para alcanzar el punto de fritura, lo que equivale a una mejor eficiencia energética.
Su diversidad en la cocina es espectacular, tanto si son las protagonistas de la receta como si forman parte del resto de los ingrediente o de la guarnición, y el color de la piel es la mejor guía a la hora de cocinar: las blancas son perfectas para las frituras, las rojas resultan ideales para hacerlas al vapor o cocidas y las moradas añaden un toque especial a tus platos.
Fuente: M. D. Raigón – Dto. Química de la Escuela Técnica Suprior del Medio Rural y Enología. Universidad Politécnica de Valencia.
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