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Gracias al sistema de recompensa del cerebro, sentimos el impulso de repetir actividades que nos brindan satisfacción. Consumir alimentos con azúcar, por ejemplo, nos crea una sensación de bienestar, aunque puede generar dependencia. ¿Quieres saber cómo funciona este sistema y por qué alimentos como el azúcar nos pueden crear adicción?
En el corazón de este proceso está el “circuito de recompensa”: una red compleja que une varias áreas del cerebro, como la amígdala, el hipocampo, el núcleo accumbens y la corteza prefrontal. Esta red es la responsable de que sintamos placer y de que busquemos constantemente aquello que nos hace sentir bien.
La dopamina es el químico que “paga” por nuestras experiencias placenteras y que nos impulsa a buscar recompensas. Cuando anticipas algo agradable, como comer un trozo de chocolate, el cerebro empieza a liberar dopamina desde una zona que se llama ventral tegmental, activando el circuito de recompensa.
El núcleo accumbens es el lugar donde el cerebro evalúa la intensidad de una experiencia. Es como un termómetro de placer: cuando comemos o recibimos elogios, esta región se activa y guarda la sensación placentera. La próxima vez que tengamos hambre o busquemos reconocimiento, el núcleo accumbens nos impulsará a buscar esas recompensas.
Algunas experiencias, como el amor, el sexo o el reconocimiento social, nos hacen sentir bien de forma natural al liberar dopamina, especialmente en el núcleo accumbens, lo que refuerza el deseo de repetirlas. Incluso un simple “me gusta” en redes sociales activa este circuito de recompensa, lo cual explica nuestra búsqueda de aprobación.
Aunque el sistema de recompensa es útil, a veces puede funcionar mal, y es aquí cuando entran las adicciones. El azúcar o las drogas, por ejemplo, liberan demasiada dopamina y crean una falsa sensación de bienestar que puede generar dependencia. Con el tiempo, el cerebro necesita más estímulos para alcanzar la misma satisfacción.
Afortunadamente, la plasticidad cerebral nos permite “reentrenar” el cerebro para buscar recompensas más saludables. Técnicas como la meditación y el mindfulness nos ayudan a controlar los impulsos y a disfrutar de placeres menos perjudiciales.
Superar una adicción no es fácil, pero se puede lograr si se remplazan recompensas dañinas por otras más saludables. En el caso del azúcar, puedes consumir productos saludables y ecológicos como, por ejemplo:
Cambiar un hábito requiere tiempo y constancia, pero con paciencia el cerebro puede crear nuevas rutas de recompensa y dejar atrás la dependencia.
Texto: Regenera
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