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¿Qué es el SIBO?

Para algunos no existe y para otros es el origen de todos los problemas intestinales. Y tú, ¿qué sabes realmente sobre el SIBO?

El SIBO (small intestine bacterial overgrowth) es un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado. En esta parte del aparato digestivo normalmente hay bacterias, pero cuando hay más cantidad de lo normal, puede haber problemas.

Los principales signos son los cambios en la frecuencia y en el tipo de heces. Dependiendo del tipo de bacterias que han crecido, podemos encontrarnos con personas que desarrollan diarrea y otras que sufren estreñimiento.

Además, el SIBO también puede producir distensión abdominal. Esta señal ocurre cuando estas bacterias obtienen energía para vivir fermentando algunas moléculas presentes en los alimentos. Esta fermentación genera distintos gases que se acumulan en el intestino y, por eso, se nos hincha el abdomen en algunos momentos de día.

Los gases producidos por estas bacterias pueden entrar en la sangre y luego salir por los pulmones. Por eso, la prueba diagnóstica del SIBO consiste en tomar algunas muestras periódicamente de este aire para analizar si, tras tomar un líquido con glucosa o lactulosa, las concentraciones de estos gases aumentan. Si superan unos valores, se considera positivo. El día de antes hay que intentar no tomar nada o casi nada de fibra ni lactosa para no alterar la prueba.

Su tratamiento es a base de antibióticos. Se da uno o una combinación de varios, dependiendo del tipo de bacterias que han crecido, y se observa con una nueva prueba si se han reducido los gases. Si se han reducido, puede ser que las bacterias ya estén en una cantidad normal y se haya solucionado el problema, aunque se necesitaría una prueba de control para asegurarse de que el SIBO ha desaparecido.

Siempre es importante analizar la causa para intentar que no vuelva a desarrollarse ese sobrecrecimiento. Los principales factores de riesgo que pueden llevar a que aparezca el SIBO son lesiones o golpes en el abdomen, problemas tiroideos, problemas con la secreción de ácido en el estómago, fallos en la válvula que une el intestino delgado y el grueso, infecciones o la toma de algunos medicamentos.

No tenemos evidencia de que haya una dieta ideal para tratar el SIBO, pero sí que observamos que, hasta que finaliza el tratamiento antibiótico, la reducción de alimentos altos en moléculas que puedan fermentarse (los famosos FODMAPS) por este exceso de bacterias suele reducir los síntomas más frecuentes. Aun así, siempre se recomienda que se haga bajo supervisión de un dietista-nutricionista con experiencia en el tema, porque puede ser una dieta difícil de llevar a cabo y acabar en déficits nutricionales y estrés.

Texto: Pablo Zumaquero

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