Las semillas son un pequeño gran tesoro gracias a su riqueza nutricional, su sabor, su textura y su aroma. Enriquecer la dieta y hacerla más nutritiva es tan simple como tener semillas variadas a mano en la cocina e incorporarlas al menú familiar.

Sabrosas, crujientes y oleaginosas, aportan un punto de creatividad a los platos.
Una pequeña cantidad es suficiente para aprovechar todos sus beneficios. Entre muchos otros nutrientes proporcionan minerales, ácidos grasos omega-3, 6 y 9, lecitina, vitaminas del grupo B para el buen funcionamiento del sistema nervioso, vitamina E contra el envejecimiento celular y fibra para la salud intestinal.
Las semillas son un pequeño gran tesoro
Chía: fuente de omega-3
Estas semillas oleaginosas son
el vegetal con el contenido más alto de ácidos grasos omega3. Contienen8 veces más que el salmón del Atlántico. No tienen gluten, aportan todos los aminoácidos esenciales y mejoran la hidratación del cuerpo y la retención de electrolitos, ya que absorben su peso en agua entre 9 y 12 veces. Además, aportan 9 veces más fósforo y 6 veces más calcio asimilable que la leche entera, 15 veces más magnesio que el brócoli verde, el triple de hierro que las espinacas, 4 veces más selenio que el lino y el doble de potasio que los plátanos.
Se recomienda tomar unos 15g al día (una o dos cucharadas pequeñas).
Hay que hidratarlas en zumo de fruta, bebida vegetal, yogur, compota o agua.
Lino: tránsito intestinal perfecto
Las semillas de lino son
oscuras o
doradas, tienen un sabor neutro y al masticarlas adquieren consistencia mucilaginosa que
actúa como lubricante intestinal, propiedad que se suma a la cantidad de fibra que aportan. Así mismo son una muy buena fuente vegetal de omega-3, que protege la salud cardiovascular.
La ración óptima diaria se sitúa en los 25g, y para obtener los máximos beneficios como laxante hay que dejar las semillas en remojo durante toda la noche junto con dos ciruelas secas. Otra forma de incluirlas en la dieta es, una vez molidas, añadirlas a panes caseros, zumos, yogures, ensaladas, sopas, etc.
Cáñamo: todos los aminoácidos esenciales
Es uno de los pocos alimentos que
contiene todos los aminoácidos esenciales en una proporción perfecta para cubrir las necesidades nutricionales humanas. Además, son una fuente equilibrada de fibra, calcio, hierro, fósforo, magnesio, cobre y zinc.
Calabaza: alta concentración de minerales
Nos encontramos ante un auténtico
concentrado de sales minerales y grasas. Además, benefician el sistema reproductor masculino porque previenen los problemas de próstata en sus fases iniciales.
Puedes tomarlas crudas o tostadas, y son ideales para incorporar en ensaladas, cereales cocidos…
Girasol: remedio antienvejecimiento
Las semillas de girasol
contienen más proteínas que cualquier otro fruto seco. Un 27%. Por otro lado, su contenido en vitaminas E y B1 las hace perfectas para mantener en buen estado el sistema nervioso y la piel.
Te recomendamos que las tomes crudas para que mantengan todas sus propiedades.
Sésamo: más calcio que la leche
Un aspecto interesante de estas semillas es que la mitad de su peso está constituido por
ácidos grasos que reducen el colesterol malo. El otro gran atractivo es su
excepcional aportación de calcio, que es de excelente absorción porque se acompaña de fósforo y magnesio.
Para aprovechar al máximo sus propiedades
hay que molerlas. Son perfectas para comer con cereales y legumbres.
Amapola: fibra y vitaminas
Destacan por su riqueza en fibra, calcio, vitaminas del grupo B, E y C.
Tradicionalmente se utilizan en la elaboración de panes por su sabor dulce y su delicado aroma a almendras.