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¡Comienza la temporada de chirimoyas! Bajo su piel algo áspera, la chirimoya esconde una pulpa carnosa, dulce y muy nutritiva que se deshace en la boca. Más allá de tomarla como fruta, puede ser el ingrediente de batidos, salsas, tartas, cremas…
La campaña de la chirimoya arranca con el final del verano y se extiende hasta el inicio del invierno. Contiene vitamina C, un nutriente clave para el bienestar del sistema inmune, y destaca por su potencial antioxidante y su contenido en potasio y vitaminas del grupo B. Además, es beneficiosa para la digestión, ayuda a regular la tensión arterial y tiene un efecto alcalinizante.
Su pulpa carnosa es ideal para aportar cremosidad y dulzor natural a tus batidos del desayuno, a los que la puedes añadir junto con unas hojas de kale, una ramita de apio y un poco de zumo de limón y jengibre fresco. Si los prefieres en versión de cuchara, bate la chirimoya con bebida vegetal de almendras y semillas de chía o de lino, y termina con unos toppings crocantes, como polen, semillas de cáñamo pelado, nibs de cacao y chips de coco.
Otra oportunidad de disfrutar al máximo de esta deliciosa fruta es incorporarla a un porridge de avena caliente, con una cucharada pequeña de aceite de coco, canela al gusto y nueces y arándanos por encima. Igualmente, su carne casa a la perfección con un yogur natural, una cucharada de postre de maca en polvo, granola de manzana y canela. Y si mezclas su pulpa con açaí en polvo, unas frambuesas frescas, bayas de goji y semillas de amapola tendrás un excelente desayuno.
Sofríe una cebolla troceada y un diente de ajo picado con una pizca de sal y cuando estén dorados añade la pulpa de una chirimoya, un poco de mirin o vino blanco y remueve. Bate y sirve como guarnición acompañando carnes, pescados, seitán, tempeh o tofu ahumado.
En cremas calientes, la chirimoya se entiende muy bien con la chirivía, la calabaza, la pera y el puerro; y también con la leche de coco y la bebida vegetal de anacardos. Otra opción es añadirla a un ajoblanco elaborado con almendras, vinagre de manzana, miga de pan duro y aceite de oliva virgen extra.
La repostería saludable es un mundo en el que esta fruta brilla con luz propia: prueba a preparar un flan con zumo de naranja y agar-agar; unas natillas con kudzu diluido en bebida vegetal de arroz caliente, vainilla, una pizca de cúrcuma y jengibre en polvo; o una cobertura para bizcochos de harina integral de espelta o de trigo sarraceno, mezclando su pulpa con cacao puro o harina de algarroba.
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Texto: Alf Mota, Ecochef y profesor de cocina saludable.
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