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Rosa Maria Lamuela-Raventós es catedrática del departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía de la Universidad de Barcelona (UB) y directora del INSA-UB, el Instituto de Investigación en Nutrición y Seguridad Alimentaria de la UB, y miembro del CIBEROBN.
Hace dos años, Rosa Maria Lamuela lideró un estudio nutricional, que concluyó que los alimentos ecológicos podrían tener propiedades beneficiosas por la composición en compuestos fenólicos.
Se trataba de un estudio de intervención nutricional a corto plazo, durante cuatro semanas, realizado con dos grupos de personas de entre 18 y 40 años. Era un estudio cruzado, que significa que primero un grupo seguía una dieta ecológica y el otro una convencional, y después de cuatro semanas se intercambiaban las dietas y el que había llevado una alimentación convencional hacía la ecológica y a la inversa.
Vimos que, cuando se seguía una dieta ecológica, mejoraba la microbiota –la flora intestinal– y que había un incremento significativo de determinados metabolitos de la microbiota, que son sustancias que se ha descrito que tienen propiedades positivas: uno de estos metabolitos es un precursor de la coenzima Q10, por ejemplo.
Se ha hecho algún estudio en Francia comparando población que sigue una dieta ecológica respecto a otro que sigue una dieta convencional. Aun así, son estudios sin ninguna intervención nutricional, hechos básicamente con encuestas y que presentan algunos problemas. Por ejemplo, normalmente las personas que siguen una dieta con alimentos ecológicos, en general, tienen hábitos más saludables: hacen más ejercicio, no fuman… Y resulta muy difícil determinar cuál es la variable con más peso, si es la dieta o si son el resto de los hábitos. Nosotros hicimos una intervención, es decir, controlamos la dieta y, además, usábamos biomarcadores en sangre u orina, que tienen mucho más peso.
Todavía faltan más datos y más estudios: nuestra intención era que este estudio abriera la puerta a otros estudios. Sería importante poder realizar estudios multicéntricos de intervención en los que la gente siguiera una dieta ecológica o convencional durante mucho tiempo: esto sería lo mejor, sería el estudio ideal.
Si analizamos los alimentos ecológicos, sobre todo los de origen vegetal, veremos que, comparados con las plantas de cultivo convencional, tienen más elementos bioactivos, como los antioxidantes y otros fitonutrientes.
Lo que pasa es que después, cuando te vas a los estudios de intervención, en el cuerpo humano todo eso queda más diluido y no se encuentran diferencias conclusivas.
Porque se cultivan con menos sustancias, como los abonos nitrogenados, y la planta está en situación de estrés, lo que provoca que genere más defensas. Y estas defensas son los fitonutrientes.
No es mi área de estudio principal, pero sí hemos visto que, por ejemplo, tienen más ácidos grasos poliinsaturados. Seguramente es porque los animales comen alimentos con más omega-3.
En el caso de los animales, la alimentación que han recibido es muy importante y a veces no nos fijamos. Cuando comemos un huevo de gallina, aparte de que la gallina se haya criado en libertad, es muy importante lo que haya comido.
Diría que sí: primero, porque tienen más fitonutrientes, pero también porque la mayoría de los alimentos ecológicos tienen etiquetas más limpias. Un cereal de desayuno, por ejemplo, no contiene tantos azúcares añadidos o grasas.
Lo importante de los alimentos ecológicos no es solo como se han cultivado o como se han alimentado los animales, también tienen menos ingredientes, son más limpios.
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