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Embarazo sin riesgo de anemia

A medida que avanza el embarazo, y especialmente a partir del segundo trimestre, es posible que las reservas de hierro de la futura madre vayan disminuyendo y por este motivo hay que incrementar los alimentos ricos en este mineral. Durante la gestación, las necesidades de hierro son de tres a cuatro veces superiores a las de una mujer en estado normal. Por eso, hay que prestar un poco más de atención en la dieta con el objetivo de asegurar tanto las propias necesidades como las del feto, que necesita hierro para fabricar glóbulos rojos y tejidos. Normalmente, el neonato tiene una pequeña reserva de hierro en el hígado que le transmite la madre y compensa así la mínima cantidad aportada por la leche en los primeros meses de vida. Pero si la gestante ha agotado las reservas, bien a causa de deficiencias nutricionales o por haber pasado repetidos embarazos sin tener tiempo de re-hacerse, podría transmitir la anemia al pequeño. Así, es vital asegurarse una buena aportación mediante la alimentación. Recuerda que la anemia ferropénica requiere un diagnóstico y tratamiento adecuado que tienen que estar supervisado, por eso siempre hay que consultar al médico antes de tomar un suplemento. Una vez que la hemoglobina ha cumplido su misión, pasa al bazo y a la médula de los huesos, que recuperan el hierro. Este mineral recuperado también tiene un papel en las defensas del organismo, ya que ayuda a destruir microbios. Por un lado, tenemos el hierro hemo, que se encuentra en productos de origen animal y que se absorbe de forma eficiente. Y, por otro lado, el hierro no hemo, procedente de los vegetales y que no se absorbe con tanta facilidad.

Embarazo sin riesgo de anemia

  • La vitamina C actúa como promotora de su absorción y cuando se combina con alimentos ricos en hierro, aumenta sustancialmente. Una manera fácil de conseguirlo es añadiendo un chorrito de zumo de limón al agua.
  • Los taninos del té inhiben la absorción de hierro e incluso los tés sin cafeína llevan taninos. Así que es mejor dejar pasar una o dos horas entre la taza de té y la comida principal.
  • Los lácteos, los huevos y los alimentos ricos en fitatos y oxalatos (como las espinacas) tampoco funcionan bien, aunque no hay que descartarlos definitivamente. Asegúrate, eso sí, de compensarlo con un régimen variado.
  • Tritura cinco dátiles de medjuol en la batidora junto con una cucharada sopera de cacao y ralladura de naranja y, a parte, pica un puñado de pistachos pelados. A continuación, haz bolitas con la pasta de dátiles, rebózalas con los pistachos y enfríalas en la nevera una hora hasta que queden consistentes.
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