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Dàmaris Martínez trabaja en el servicio de gastroenterología, hepatología y nutrición pediátrica del Hospital Sant Joan de Déu, ayudando a padres y madres a tomar buenas decisiones alimentarias para sus criaturas desde que son pequeñas. pequeño (Plataforma Actual) junto con Isidro Vitoria y Verónica Vélez.
La OMS recomienda la lactancia materna hasta los seis meses de forma exclusiva, dado que la leche materna contiene todas aquellas sustancias y nutrientes que los bebés necesitan, y que los protegen, en las proporciones adecuadas. Si no es posible o no es de preferencia, se puede optar por la lactancia artificial.
Se recomienda hacerlo a partir de los seis meses, cuando se considera que el sistema digestivo está lo bastante maduro. Además, a partir de esa edad las necesidades energéticas de los pequeños cambian y la leche deja de ser suficiente para cubrirlas. Esto no significa dejar la lactancia, sino complementarla con otros alimentos.
Tenemos dos métodos: uno es el “baby-led weaning”, la alimentación dirigida por el bebé, en la que se potencian los alimentos enteros preparados de manera segura para que no haya riesgo de atragantamiento; la otra manera es ofrecerlos triturados. Sea cual sea el método elegido, lo importante es que los alimentos sean los apropiados, es decir, poco procesados, naturales y variados.
No hay evidencia científica que nos permita decir que debemos seguir un orden determinados. Lo que sí es fundamental es dejar pasar de tres a cinco días entre un alimento nuevo y el siguiente, para poder relacionar una posible reacción adversa con el alimento que lo ha causado.
Las únicas recomendaciones de restricción son las siguientes: no añadir sal, azúcar, miel u otras endulzantes; evitar alimentos ricos en nitratos, como las acelgas o las espinacas; vigilar con el riesgo de atragantamiento, teniendo cuidado con los frutos secos o la manzana entera cruda; y evitar el pescado azul de tamaño grande, porque contiene mercurio, como el pez espada, el atún, el emperador o el tiburón.
Muchas veces los padres se angustian, pero deben recordar que el bebé todavía está recibiendo leche materna o artificial y ya tiene los nutrientes que necesita; si come dos pedazos y lo deja, esto forma parte del proceso y lo más importante es que seamos coherentes con este proceso. Igualmente, el pediatra hace medidas antropométricas de peso y altura y nos dice si todo está correcto. Si todo va bien, nos podemos permitir que experimenten, pero si la cosa se complica, hay que poner en marcha otras estrategias, mezclando triturados con sólidos; de hecho, la combinación de los dos métodos es muy efectiva.
Las pantallas son una distracción y la recomendación es que la comida sea un momento relajado, en compañía y sin distracciones. Los platos deben ser lo más similares posible entre los diferentes miembros de la familia, ya que los niños acaban aprendiendo por imitación y los referentes son los padres. Por eso es aconsejable que vean que las frutas y las verduras son algo que está en casa.
Los premios y los castigos generan un vínculo emocional negativo con la comida y es mejor olvidarlos, y també hay que evitar etiquetar los alimentos diciendo “eso no te va a gustar”. La misión de los padres es tener buenos productos, prepararlos y ofrecerlos y la de los de niños es acercarse a ellos, experimentarlos y probarlos… No hace falta que los terminen; si no se los comen, no pasa nada.
Entrevista de ADAM MARTÍN, periodista y escritor.
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