Para conseguir que los niveles de colesterol en sangre sean adecuados hay que prestar especial atención a la dieta, que debe ser rica en antioxidantes y estar libre de grasas saturadas.
Colesterol: ¿qué es y cómo reducirlo?
El colesterol es esencial para llevar a cabo importantes funciones biológicas en el organismo, pero para entender bien cómo funciona hay que conocer las diferencias entre el HDL, conocido como «bueno» y el LDL o «malo». El primero va al hígado para transformarse en colesterol libre y en ácidos biliares, mientras que el segundo circula en sangre, desde donde se dirige a las células, asegurando el correcto mantenimiento de las membranas celulares.
El problema aparece cuando el colesterol que circula en sangre se oxida y tiende a acumularse a las arterias, lo que puede obstruirlas. Por lo tanto, la situación es preocupante cuando el LDL se oxida y sus niveles son muy altos respecto a los del HDL.
En ese momento hay que modificar la dieta para asegurar la ingesta de nutrientes esenciales con propiedades antioxidantes, a la vez que debe seguirse un estilo de vida saludable y hacer ejercicio habitualmente. Si con la alimentación no es suficiente, se puede recurrir a la ayuda de suplementos alimenticios; siempre, por supuesto, bajo el asesoramiento de un especialista.
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Fitoesteroles e isoflavonas: grandes ayudas
Los fitoesteroles y las isoflavonas son unas moléculas que se encuentran de manera natural en muchos alimentos y actúan de diferente manera frente al colesterol. Los primeros abundan en los frutos secos, las semillas y los aceites de extracción en frío y bloquean la absorción de colesterol en el intestino. Por su parte, las segundas se encuentran principalmente en la soja y sus derivados y ayudan a bajar el colesterol por su capacidad antioxidante, ya que impiden que el LDL se oxide y quede pegado a las paredes de los vasos sanguíneos.
Alimentos integrales, aceites vegetales, legumbres…
La dieta ideal es aquella que es baja en colesterol, con abundancia de antioxidantes y limpia de toxinas. En la misma, no pueden faltar cereales integrales ricos en magnesio y vitaminas B y E (arroz, pasta, pan, mijo, quinoa, trigo sarraceno, cebada, avena), aceites vegetales de extracción en frío (que aportan fitoesteroles y vitamina E), alimentos con omega-3 (pescado azul, algas, nueces, semillas de lino, aceite de lino), legumbres, levadura de cerveza, frutos secos, semillas, verduras, frutas, hortalizas y alimentos que contengan isoflavonas (soja, tofu, tempeh, miso, tamari).
Elimina los procesados y limita las grasas saturadas
Igualmente, es aconsejable evitar las grasas hidrogenadas y los azúcares refinados, presentes en la bollería industrial y los procesados, y limitar el consumo de lácteos, huevos, marisco, sal refinada y condimentos salados.