Caldos Veritas, recetas de siempre listas para el día a día
Los caldos ecológicos Veritas de pollo y de verduras se elaboran artesanalmente con ingredientes frescos de proximidad, ofreciendo una experiencia culinaria saludable con el sabor de toda la vida.
En pleno invierno, no hay nada como deleitarse con un reconfortante plato de cuchara. Actualmente, el tiempo libre es un bien muy preciado y la costumbre de cocinar caldos a fuego lento, como solían hacer nuestras abuelas, ha quedado prácticamente relegada, de forma que los envasados se cuelan en la mayoría de las cestas de la compra.
De pollo y de verduras
Los caldos Veritas están disponibles en dos versiones, de pollo y de verduras, y son la alternativa perfecta para aquellos que buscan una opción saludable y deliciosa ya preparada para tomar en cualquier momento.
El de pollo es una mezcla perfecta de agua, pollo, cebolla, puerro, zanahoria, col, apio y sal marina, siendo destacable que su contenido en pollo llega hasta el 22%, mientras que la mayoría de caldos preparados del mercado no pasan del 7-8%.
Por su parte, el de verduras se compone de agua, cebolla, patata, zanahoria, puerro, col, apio, aceite de oliva virgen extra, sal marina y setas shiitake, que le proporcionan un toque especial y diferente.
Están libres de aditivos y conservantes artificiales y se elaboran artesanalmente con ingredientes frescos de primera calidad, que provienen de agricultores y productores locales que se rigen mediante criterios ecológicos.
Elaboración artesanal
Las recetas mantienen la esencia de la tradición y su elaboración se ha encargado a Can Garriga, una compañía familiar dedicada a la elaboración artesanal de caldos, cremas y conservas ecológicas, con un gran compromiso con la sostenibilidad y la preservación del medio ambiente.
Vienen envasados en vidrio, en botellas de un litro y listos para consumir; pudiendo tomarse solos, como plato principal agregando arroz o pasta, o como ingrediente en otras preparaciones culinarias. Antes de disfrutarlos, se recomienda mezclarlos cuidadosamente, y para mantener su frescura, es aconsejable almacenarlos en un lugar fresco y seco a temperatura ambiente. Su vida útil es de 24 meses y, una vez abiertos, se pueden refrigerar hasta cinco días.
