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En esta entrevista Ángela Quintas repasa las principales causas (y las posibles soluciones) del malestar digestivo.
Hablamos con Ángela Quintas sobre su último libro «Por qué me duele la tripa. Reparación digestiva, microbiota, adelgazamiento y salud», editado por Planeta.
Hay muchas razones que lo pueden explicar, aunque no es normal. Si duele, lo primero que debemos hacer es repasar la alimentación, porque muchas veces, simplemente comiendo bien, muchos de los síntomas desaparecen.
Sí, nuestras bacterias –la microbiota– son como nuestro código de barras: nos dicen si hemos nacido por cesárea o parto natural, si nos dieron el pecho, si hemos vivido con mascotas, cómo nos hemos alimentado… Mientras las bacterias están en equilibrio no pasa nada, pero si se desequilibran llegan los problemas.
Las principales son el estrés, el uso de fármacos (como antibióticos, corticoides o antinflamatorios), el sobrepeso y la obesidad y el consumo de alimentos ultraprocesados.
Se considera normal ir al baño desde dos veces al día hasta tres veces por semana y no es normal necesitar un laxante. Si tomamos alimentos de mala calidad, ultraprocesados y poca fibra, es fácil que estemos estreñidos; también hay que beber suficiente agua para que el bolo alimenticio se hidrate y se pueda expulsar sin esfuerzo; y es fundamental moverse, ya que el movimiento ayuda a que el alimento recorra los casi siete metros de intestino delgado. En caso de que todo eso no funcione, se pueden usar cepas probióticas específicas o formadores de mucílagos, como la chía o el lino, aunque lo primordial es analizar el estilo de vida.
La digestión empieza en la boca porque en la saliva hay enzimas que comienzan a hacerla, pero una vez ingerido el alimento hay que olvidarse del proceso. Es habitual tener una sensación de plenitud, pero no sentir molestias. El tiempo que pasa el alimento en nuestro cuerpo es muy variable y puede llegar hasta las 35 horas. Al ir al baño, las heces deben tener una consistencia normal y hay que sentir una sensación de vacío.
En una alergia el sistema inmune ya se ha puesto alerta y el único tratamiento posible es eliminar el alimento. En cambio, la intolerancia puede venir, en ocasiones, por una alteración de la microbiota o por un intestino hiperpermeable que está dejando pasar al torrente sanguíneo sustancias que no deberían pasar, lo que desencadena la intolerancia. Y también hay intolerancias que son permanentes pero que dependen del grado, como la intolerancia a la lactosa, en la que no siempre es necesario evitar todos los lácteos porque el gradiente de lactosa varía mucho en función del tipo de alimento (leche, yogur, queso).
Cierto y hay que tener mucho cuidado, ya que a muchos alimentos sin gluten de la industria se les añaden azúcares y grasas para replicar el efecto aglutinante del gluten, lo que no tiene demasiado sentido. Si eres celíaco, no hay otra opción, pero eliminar el gluten no significa alimentarse únicamente de alimentos sin gluten industriales porque no son alimentos sanos. Los celíacos deben aprender a alimentarse a base de productos sin gluten sanos y los no celíacos no tienen que eliminar el gluten de su dieta.
En algunas ocasiones, cuando se hace una dieta para reparar los intestinos, se eliminan sustancias como la lactosa o el gluten durante el primer mes para ayudar en el proceso. Pero eso no quiere decir que se tengan que eliminar para siempre.
Entrevista de ADAM MARTÍN, periodista y escritor.
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